Me vine al sur porque extrañaba a mi madre insoportablemente, pero en cuanto el avión aterrizó me volteó la realidad y me acordé por qué odiaba tanto el sur. Detesto al frío, la gente, la vida de acá, el hielo, a mi familia y todas esas cosas por las que huí hace cinco meses.
Y como digo siempre, estoy llena de contradicciones y lo único que quiero es no tomarme el avión en veinticuatro días y ser una señora de esas que vive en el sur y limpia su casa y hornea galletitas mientras toma té al lado de la chimenea. Estoy llena de drama y ayer, mientras dormía abrazada a mi mamá porque no tengo cama ni absolutamente nada de mi propiedad, lloré hasta dormirme. Y ya ni me acuerdo por qué empecé a llorar.