jueves

Ayer hablábamos con roomate y amiga patagónica acerca de nuestras vidas universitarias y que va a pasar después: Roomate, que era una de esas personas que planifica cada segundo inexistente de su vida -no, yo idealizo que es diferente- pero que hace un mes hizo uno de esos viajes pseudo espirituales y ahora se le dio por cumplir el sueño burgués a medias y terminar fumando porro en alguna playa de República Dominicana, haciendo macramé, en vez de estar seis años en ese antro de hormigón lleno de incogibles llamados estudiantes de económicas. Amiga patagónica en cambio, pensaba terminar con sus estudios de diseño -18 años y no sabés que hacer, siempre va a ser diseño o comunicación- y largarse a Nueva Zelanda a pisar uvas mientras deja surfers y reencarnaciones de Frodo Bolsón a su paso. Yo me reía, les festejaba sus frescas decisiones de vida que seguro no cumple ninguno porque se mueren o embarazan antes y pensaba que mi única expectativa es conseguir un trabajo en donde sea explotada sanamente, ahorrar lo suficiente para comprarme una cama de dos plazas y pasar el resto de los fines de semana de mi vida tirada ahí viendo  películas de Barbra Streisand y recitando de memoria los diálogos de A Star is Born.

No hay comentarios.: