miércoles

Hace treinta segundos estaba llorando y le decía a clau que estamos en el mismo lugar exacto que el año pasado. Qué putada, hasta hace una semana me sentía tan bien y marzo se encargó de convertirme en una piltrafa humana mocosa e hinchada. No, no estoy en el mismo lugar exacto que el año pasado: Dos trabajos hartantes, tres especímenes que me alteraron emocionalmente de esos que no fueron, 19 años, la in capacidad para lograr la armonía con el drama y una crónica de una madurez anticipada lograron que no esté en el mismo lugar que el año pasado. También darte cuenta cada dos semanas que la gente es una mierda y que un psicólogo se hace una fiesta con todos tus daddy´s issues. Hoy me levanté a las siete de la mañana con un mail de matu que decía que tengo que empezar a pasar factura a esa gente que de verdad me hizo mierda, a dejar de salir con pelotudos y que twitees menos quejándote de tu trabajo de mierda, los pelotudos que te quieren levantar y esas cosas. Ojo, no es una crítica, me encanta leer todo eso. Pero me parece que estás para más, para mucho más. Mis ataques de tristeza son una cadena que se incrementa todo el tiempo porque no tengo a nadie a quien abrazar mientras le lleno la remera o el hocico de lágrimas. Dios, necesito un perro