Cuestión es que cuando me decidí a vencer mis conflictos sentimentalistas y acabar con toda esta soledad (!) tuve la gran idea de júntemonos a tomar un café o tengamos una sobredosis de gomitas rojas con el chico que me dio su número en el colectivo -Estas cosas no le pasan a personas como yo. Estas cosas le pasan a Meryl Streep, no a mi- me encontré yendo a ver al pibe en cuestión. Me gusta porque entendió todo y tuvo la gran genial hermosa increíble idea de cambiar el café por alcohol. Y mirá que yo quiero mucho al café pero no hay nada como tomar un cuba libre mientras hablo de Freud y psicoanálisis con un chico que me dio su número en el colectivo. Cuarenta minutos antes de eso, cuando un tipo cualquiera me miraba las tetas, mister bipolaridad, quien desde que entendió que cuando le pedí mis libros era porque no me interesaba verlo más, no aparecía, me mando un mensaje diciendo una pelotudez digna de mister bipolaridad. Si, justo en ese momento. Yo me reí, le agradecí mucho a Carrie Bradshaw por enseñarme como afrontar este tipo de situaciones y le hice un gesto con el dedo al señor que seguía mirándome las tetas.
No entiendo que es lo que está pasando desde que vivo en porteñolandia pero cada día me siento protagonista de un best seller de literatura mala y cada día termina con un montón de conclusiones nuevas para ponerlas en el mail que le mando a flequi contándole este tipo de cosas sin relevancia alguna.
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