jueves
Nada empieza bien si tenes que irte a la loma del culo un miércoles a las ocho de la mañana con menos veinte grados porque decidiste estudiar la carrera más colgada del mundo en la facultad más hippie del mundo. Tampoco nada sigue bien si cuando te bajás del colectivo atestado de gente te das cuenta que estás en el mismo lugar donde estuviste un año y dos meses antes con señor te llevo a san telmo para que nos hagamos los bohemios y esté justificado a decir pelotudeces después de la tercera cerveza. Yo tomé café con leche, tres para ser exactos. Obviamente nada terminó bien porque después de una charla de mierda, un almuerzo de mierda, una siesta de mierda, una música de mierda y una pseudo pelea de mierda con el chico con el que vivís no irónicamente hace tres meses viene el llanto, la crisis, la llamada a tu mamá, el abandono del escenario del crimen y la huida a la casa de esa gente mayor de setenta años que te da de comer tu peso en bon o bon y miran programas emotivos en la tele. Ahora ya estoy bien, solo quiero encerrarme en una nave espacial, ver como será todo dentro de tres meses y volver porque me di cuenta que me olvidé de darle de comer a la gata. O darme una sobredosis de dramamine y morir en el futuro