martes

Hoy estaba en el bondi a la vuelta de mi ardua tarea como niñera -si, estoy llena de contradicciones. Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago- y se subieron algo así como lo que parecía una banda: Chica medio punk, cuatro tipos con el mismo peinado, el mismo bigote y la misma camisa a a cuadros. Con ellos estaba una mezcla de Wallas con Seth Rogen: rubio, gordo y barbudo -De acá a la china que toca la batería-, que se la pasó haciendo chistes sobre judíos, y sabés que a mi me encantan los chistes sobre judíos. En un momento lo escucho decirle a el clan del bigote: Cada vez que me subo a un bondi me fijo  a quien de todos los que viajan salvar si el colectivo se descarrila o explota... Si llega a pasar algo voy a salvar a la chica de ahí, la que tiene el flequillito. Yo escuché todo esto sin apartar la vista de la ventana, pero en un momento, no pude evitar mirarlo y cuando me miró, Seth Rogen me saludó y, como siempre que alguien me mira por ese tema de la intimidación, desvié la mirada. Cuando se bajó, pude imaginarme mi amistad de años con el pseudo Seth Rogen y su banda de chicos con bigote. Pero nada, yo miré para otro lado. Hubiera sido lindo que me salve si el colectivo explotaba

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho tu blog