sábado
Porque te levantás un sábado al mediodía a abrirle la puerta a todos tus fantasmas de la noche anterior y te das cuenta que la mayoría de la gente que habla sin tener ni puta idea de nada tiene razón, Lucía sos masoquista y te encanta sufrir. Cinco minutos después, vi mis ojeras y todo lo demás reflejado en las ventanillas de los autos y me pregunté en que momento me volví tan capa o tan pelotuda. En que momento hice el click. En que momento duermo tres horas y me despierto para limpiar o para atiborrarme de hidratos de carbono. En que momento alguien me dice más de dos veces en el mismo contexto hermosa y todo el cinismo del que soy partícipe explota y no te creo una chota. Mi madre ayer me dijo que tengo que dejar de sufrir y empezar a disfrutar cosas, porque creo que mi madre ya se hartó de mis planteos que provienen de crisis existenciales cada cinco minutos. A las doce cuarenta y tres, cuando volvía del supermercado con una reserva suficiente para sobrevivir una semana a base de leche, café y cereales, me encontré a la vecinita de arriba que se llama como yo y una vez me dijo que todas las Lucías éramos rubias y lindas. Lucía me sonrió y me dieron muchas ganas de abrazarla y decirle: Te levantarás un sábado a las doce del mediodía, fingiendo resaca, con un hematoma en el cuello y te vas a creer la reina del mundo. No Lucía, no sos la reina del mundo, sos una pelotuda y sacando el tazón de café con leche con cereales, no tenés nada. Pero seguí idolatrando a tus ídolos de Disney Chanel que vas bien. Muy en el fondo, en su cabeza de niña de ocho años, sabe que le espera el futuro determinado por este nombre kármico y esta sociedad de mierda en la que dos oligofrénicos mentales decidieron procrearnos.
Mirá, mirá
Buenos Aires,
Cris Morena esto es para vos,
Filosofía de vida