domingo

Porque cada vez que abro la puerta del edificio o que espero el colectivo que me lleve a mi casa a las diez de la mañana pienso que va a ser la última vez. Porque decime, quien podría fumarse más de una vez a una reventada sin sentido del humor y que lo único que hace es tomar tazas interminables de café con leche. Y sigo pensando que es la última vez pero no. No es la última vez. Por esas cosas del destino y de que si dios existe es un reverendo hijo de puta nunca es la última vez, y yo termino idealizando dos semanas antes del próximo encuentro con algún ser irrelevante. Ayer me emocioné mal con una película mala de Ellen Page,  con la escena del baile de Dirty Dancing, y con mi gata cazando un mosquito. No sé que me está pasando, capaz que tiene que ver con cortar el café con ron o con despertarme a las nueve y media de la mañana a preparar una torta de limón.