miércoles

Puedo estar un día entero tomando la misma taza de café con leche helada, antes la lluvia me ponía de mal humor, ahora me río mirando las caras de pánico de la gente. No sé que va a pasar de acá a dos días y si sobrevivo, no sé que va a pasar de acá a diez. La otra noche, pop español de por medio, me agarró un ataque de algo que todavía no puedo explicar y, aparte de perder la dignidad varias veces en dos minutos, sentí un impulso crismorenístico de decirle a cierta gente que la quiero. Quien te ha visto y quien te ve, arpía de cuarta. Lo bueno es que flecu me mandó un mensaje en donde decía que casi lo hice llorar, después lo ví en el subte al lado mío pero resulta que no era él porque me juró que nunca jamás de los jamases iba a usar zapatillas deportivas. Hace tres días que solo me enamoro de gente que tenga ropa verde en el transporte público y desenamoro de los que me había enamorado antes pero después aparecen y ya no me acuerdo que sentía. Que loco, hay gente que solo tiene sexo a la noche; mientras eso no pasa, yo me dedico a hacer listitas del fin del mundo