lunes
Tal vez adquirí una especie de capacidad de mentira en las ultimas 126 horas de poder no hacer cualquiera. El gran error que casi cometo me preguntó alguna estupidez que se salió del patrón de estupideces comunes y cuando lo miré con cara de no-puedo-creer-que-me-estés-preguntando-eso me dijo que él no me conocía del todo, que capaz toda la gente que me conoce sabe que-nunca-haría-esa-pelotudez-que-me-preguntó. Y tiene razón, capaz que tendría que salir de ese pequeño micro clima creado por treintañeros que tocan la guitarra amantes de alguna banda mala mantenidos por sus padres, pero como el capítulo ese en que Hanna intenta ser una versión mejorada de mi (?): Sigo en mi zona de confort porque realmente no tengo ganas de experimentar la magia. Y los pelotudos son mi zona de confort. Por suerte el gran error que casi cometo fueron una taza de té, dos minutos de quererme enterrar en un cementerio umbanda, un es tarde te acompaño a la parada y un ignorar siete llamadas perdidas. Al parecer la imagen que proyecto está dando resultado porque alguien me dijo el otro día que pensaba que era "uno de mis pelotudos". No cariño, hace falta que me hieras emocionalmente y que toques la batería para convertirte en uno. La gente que se toma internet en serio es toda pelotuda e hija única, empezá a aplicarlo como filosofía de vida.