Crónicas de una adultez anticipada. O de como limpio el departamento una y otra vez como catarsis mientras le canto a los gritos a la gata George. Sigo viajando siempre en el último vagón del subte, sigo sentándome todos los jueves en el mismo banco en mi clase de redacción, sigo haciendo top 5 y listas por cada aspecto insignificante de mi vida y sigo dejando pasar dos colectivos si mi asiento al lado de la puerta y de la ventana no está vacío. Tocs. O forrez estructurada, y eso que no soy virgo como el tercio del planeta que me rodea. Parece que me colgué haciendo reposo y viendo series y no me percaté de que está de moda ser una putita insoportable y de densear todos los aspectos de tu adolescente vida.
A veces me pasa que me harto. Me harto de tener que ser coherente, de cocinarles a las personas que quiero solo para que recuerden que las quiero, me harto de tener que ser buena y copada y que se caguen todos en todo. Me harto de estar seis meses remándola para nada y después tener que estar ahí para cuando tenés ganas de arruinarme la paz mental. Nada, seguiré encerrada en mi habitación rodeada de microclimas encabezados por citas en ventanas de chat, aritos de miel y Bowie en los parlantes.