domingo

Hoy me enamoré de una casa con techos altos mientras relación estable me sacaba a pasear por Colegiales y hacía énfasis en que no dormir durante dos días es totalmente normal. Ayer cuando me di cuenta era una de esas novias que pasean un plato de risotto por todo Buenos Aires y, cuando me quise dar cuenta de nuevo, estaba en un bar de mala muerte tomando vino y contando cuántos minutos pasaban hasta que el pibe millonario que renunció a su fortuna y tiene diez gatos se levantara a tomar merca desde la tapa del inodoro. Lo mejor fue cuando el pibe millonario me insistió para que me lleve un gatito colorado que había ahí y terminé diciendo que si. Roommate lo bautizó Alaska, como corresponde.