Quiero comprarme una cámara y aprender a coser. Quiero ir a museos y leer mil libros pero solo tengo fuerzas para salir de la oficina que consume nueve horas diarias de mi vida y dejarme morir en el sillón mientras la gata me muerde la nariz. Descubrí mil formas de sobrellevar la depresión alternativas a la terapia: Un libro de Simone de Beauvoir que me hace llorar cada dos palabras, tomar un cuba libre cada vez que tengo que hablar por teléfono con mi padre y escuchar Tigermilk en hora pico. Me encantaría haber encontrado una alternativa menos cancerígena o que no me de gastritis, pero supongo que la cafeína y el atado de cigarrillos sigue siendo más barato que pagarle a un psicólogo.