martes

Desperdicié cada deseo de las 11.11, de cada pestaña y de la listita que prendí fuego a las 12 del 1 de enero. Y terminé como Ellen Page en esa película en la que se toma cinco litros enteros de jugo de naranja. Estoy harta y ni siquiera sé de qué me harté. Supongo que me harté de todo. Me harté de volverme a las dos de la madrugada en taxi a vomitar a mi casa y ni siquiera vomitar por el alcohol: vomitar por la tristeza, por la impotencia de no poder hacer nada. Vomitar porque estoy por salir de mi casa un martes a las once de la noche a un antro cualquiera para no suicidarme si me quedo. Vomitar de la vergüenza que me da llorar adelante del celular. Vomitar por la falta de dignidad porque todos sabemos que  la dignidad es para las lindas