viernes
Volví a la habitación de mi adolescencia porque abajo escuchan música que detesto y me avergüenza (si, avergüenza) y como ahora soy adulta no puedo poner cara de orto en la mesa, y en vez de subir enojada a mi habitación como a los 15, digo que me duele el estómago. No veo a esta gente hace un año pero vengo una puta semana de vacaciones y a nadie le preocupa si me incomoda la música. Nadie se preocupa más, esa es la mierda de ser adulta. Y vuelvo a escribir acá porque estoy un poco rota las pelotas de ser adulta. Mi novio se compró un departamento y a mi me echaron del trabajo. Mi hermana decidió ser hippie y yo engordé cinco kilos. Mi papá sigue siendo mi papá y yo lo evito. Mi madre sigue siendo mi madre y no sé por qué me afecta tanto que no se preocupen. Hace una semana que no lloro y el nuevo marido de mi madre me compra cigarrillos. El si se preocupa y eso me da más ganas de llorar. Pero no lloro. Mi habitación de la adolescencia no es mas roja, ahora tiene una frase de mierda pintada en la pared que se la adjudico a mi madre y a su nido vacío. Tal vez si se preocupan pero yo estoy a 1500 km de mis gatos entonces hago un drama de todo. Y en esta habitación hace más calor que cuando era adolescente. Probablemente sean los cinco kilos de más. No sé por qué volví, sigo sin llorar.