Una de las cosas con las que me amigué en este encierro extraño que no termina de ser una cuarentena porque sacamos al perro todos los días, voy a trabajar y charlo con mis vecinos a un metro de distancia, es la música. No cualquier música, MI música. La música que me daba cosquillas en la panza como el bajo de Long Division, la voz de Ian McKaye, las guitarras de Harmonix y todas esas canciones hermosas que te hacen mierda.
Hoy mientras tomábamos un té con limón en nuestro entrepiso con mi pibe y escuchábamos Meat is Murder porque los viejos hábitos nunca mueren volví a sentir esas cosquillas. También le hice escuchar 31 canciones diferentes que me hacen sentir esa sensación hermosa para que él con todos sus años de teoría musical acumulada me explique qué es. Me habló de tempos, de respuestas y de no sé que cosa más porque nunca entendí de teoría musical, solo sé lo del cosquilleo en la panza y de algo que se llama frisson.
Qué loco, pensé que a estas alturas estaba todo inventado en esta histérica y dramática personalidad que me caracteriza pero puedo seguir descubriendo cosas hermosas a las diez y media de la noche, como coger con Courtney Barnett de fondo o las guitarras y la voz insoportable de la minita de Archie, marry me.
Te extrañaba, té con limón.