martes

Descubrí que me inspiro solo cuando veo boludeces sentimentalistas o historias de mierda de superación personal. También que cuando no puedo dormir sigo idealizando y que me inventé una historia hace casi 10 años que continúo todas las noches de insomnio y que siempre es la misma, entonces repito escena por escena hasta que me quedo dormida.

Hoy le cambié cuatro cigarrillos a mi pibe por un café con leche con tostadas, como si estuviéramos en la cárcel, porque como el mundo me odia se viene a acabar el stock de cigarrillos en toda la puta ciudad y yo tengo dos ataques de ansiedad por minuto.

Recién salí a cerrar la terraza y sentí un olor a primavera, a esas florcitas chiquititas que aparecen en octubre pero estamos en mayo, entonces la felicidad fue doble porque sentí ese olor rico con un montón de aire frío. Felicidad doble. Esto pasa cuando estás mucho tiempo encerrada, te ponés contenta con cosas muy pelotudas como tener el pelo lindo o conseguir café colombiano en medio de este caos.

Empecé a usar un nuevo recurso que es olvidarme del celular después de las 18 hs y hoy casi me pierdo a mi madre siendo feminista por videollamada, que es la versión de mi madre más divertida.

También me di cuenta que si no estoy atrás de la gente no me rompen tanto las pelotas y creo que necesito vacaciones, pero no sé como se va a tomar mi editor que me pida vacaciones en medio de una pandemia, aunque esté trabajando el doble que antes y me haya llenado de granos por stress.

Necesito que me devuelvan mi dinero porque nadie me dijo que a seis meses de cumplir 27 me iba a llenar de granos como si tuviera 16. Tampoco que iba a estar llenando mi freezer con 5 docenas de empanadas esperando el apocalipsis. Ni que iba a tener una suegra a la que le devuelvo tuppers con tiramisú adentro y a la que le mando fotos de botitas que me quiero comprar para que me de su opinión.

El otro día hice algo terrible y así como dejé twitter hace dos años porque me daba ansiedad, descargué mi historial de twitter porque estaba en medio de un ataque de ansiedad. Llegué a la conclusión que en el 2012 era muy pelotuda (daah), que en el 2013 cogía poco, en el 2014 fui la mejor versión de mi y en el 2015 se fue todo a la mierda. También me reí mucho leyéndome a mi misma y descubrí que me caigo bien.
Mi yo del 2012 se cae de culo si se entera que mi yo del 2020 está por gastar 5 lucas en un par de botitas negras.