lunes

Esta semana ya logré armar mi top 5 de mis personas menos preferidas en los últimos siete días y entre todas esas personas que logran sacarme de mi eje destaco a:
-Los psiquiatras
-Los camarógrafos
-Los prensas de los artistas
-Los artistas
-Los pelotudos de sistemas (daaah)

También logré armar no un top 5 pero si una lista linda de gente que tiene un lugar en mi corazón como una vecina que al parecer se llama Mabel y que la semana pasada ya me llamó tres veces por teléfono porque mi gato estaba en su patio intentando comerse al suyo. La última vez que me paré frente a la medianera de su patio a llorar y decirle por favor a Alaska que baje, que estábamos quedando como dos tarados ahí, Mabel me prestó un trapo de piso para tirarle arriba al animal del demonio -que durante un segundo deseé que se lo hubiese quedado mi ex el merquero- el que todavía no devolví. También está el vecino pelado que tiene un perro hermoso y que un día cayó con una caja llena de cd´s para nosotros, que mi pibe obviamente agarró porque es un hoarder. O la vecina de enfrente, que cada vez que mi perro sale a la terraza le grita cosas lindas y hace que empiece a llorar como desquiciado y que casi se tire la última vez por el balcón.

Me di cuenta que cada vez que entro en crisis con mi pibe y fantaseo con mudarme a una casa con puertas mara mi sola, el forro manipulador de instagram me tira publicidad de sillones. También me di cuenta que mi único tema de conversación con los taxistas es la cuarentena y la gente forra que camina por libertador como si no hubiese una pandemia dispuesta a dejarme sin medio pulmón y arrebatarme lo único que amo, que es mi paquete de cigarrillos al lado del café. Hoy casi denuncio a mi hermana y a una pelotuda con la que compartí la adolescencia porque no tuvo mejor idea que irse a ESQUIAR y SUBIR FOTOS ESQUIANDO CON AMIGAS. Estoy harta de la gente.

Algunas cosas nunca cambian, como los mails interminables que le escribo a Flequi, los likes de mister bipolaridad cada vez que subo una foto con un barbijo (bondage nunca muere), venir a escribir acá cada vez que estoy en crisis, hacerme un té y poner música mala al palo o llorar adelante de una pantalla con mi mamá del otro lado, que hace manualidades y me muestra a su golden retriever bebé.